De la COP16 a la COP30: 5 temas que conectan la agenda climática y la de biodiversidad
1. Océanos: el gran conector
En diferentes eventos de la COP16, el océano fue definido como el “gran conector” entre biodiversidad y cambio climático, enfatizando su papel crucial para el equilibrio ambiental global. En Cali, se logró una importante decisión sobre Áreas Marinas de Importancia Ecológica o Biológica (EBSA), que establece un marco para identificar y revisar estas áreas, un tema debatido desde la COP13. Este avance será esencial para implementar los objetivos del Marco Mundial de Biodiversidad y apoyar el Tratado de Alta Mar en los océanos.
Pero abordar el tema de los océanos conlleva importantes retos. Según Lucia Licero, investigadora SEI, la meta de conservar el 30% de los océanos para 2030 representa un compromiso ambicioso que requiere el fortalecimiento de estrategias nacionales y la creación de planes de acción sincronizados (NBSAPs). Lucia también destaca la necesidad de preservar la resiliencia de los ecosistemas marinos y las comunidades costeras ante amenazas como la subida del nivel del mar y la acidificación, temas que sin lugar a dudas influyen en el cambio climático.
SEI contribuye con investigaciones en adaptación liderada por comunidades, utilizando soluciones basadas en la naturaleza para restaurar ecosistemas costeros y fomentar medios de vida sostenibles. Por ejemplo, el proyecto “Costas resilientes en el Caribe” asegura el bienestar de poblaciones costeras mientras preserva la biodiversidad marina para las generaciones futuras, una tarea urgente dado que casi el 40% de la población mundial vive cerca de las costas.
2. Bioeconomía: Puente hacia el desarrollo sostenible
La bioeconomía se presenta como un modelo económico innovador que utiliza los recursos biológicos de forma sostenible, con el potencial de ser el puente entre agendas ambientales. En un evento liderado por Mónica Trujillo, Investigadora de SEI, se enfatizó que la crisis climática y de biodiversidad están conectadas, aunque hasta ahora se han abordado de manera aislada. Este enfoque fragmentado resulta en desequilibrios presupuestarios y una falta de acceso equitativo al financiamiento privado. En el evento se discutió cómo las soluciones basadas en la naturaleza y la bioeconomía surgen como puntos de encuentro fundamentales para resolver esta desconexión.
Por otro lado, la bioeconomía en Latinoamérica se ha consolidado como un motor clave para integrar los objetivos de conservación y desarrollo sostenible en la región. A través de la Red Latinoamericana de Bioeconomía se han promovido modelos que reconocen el valor de la biodiversidad y de la biomasa como fuentes de innovación económica y conservación. Los principios de bioeconomía, por ejemplo, acordados durante el G20, permiten crear una base de sustentabilidad donde biodiversidad y economía no solo coexisten, sino que se enriquecen mutuamente.
Un logro a destacar en este aspecto durante la COP16 es el lanzamiento de la Red Pan-Amazónica de Bioeconomía, una alianza que busca fomentar la cooperación y el intercambio de tecnologías y aprendizajes en la región amazónica. La red tiene como objetivo que la bioeconomía en la Amazonía sea reconocida como un sector relevante para el año 2035. Por otro lado, la colaboración regional se propone como un movimiento clave de la bioeconomía en Latinoamérica. Por ejemplo, en el marco de la COP16, Colombia y Brasil firmaron un acuerdo para el desarrollo del açaí. Sin embargo, el financiamiento adecuado y con expectativas razonables sigue siendo un desafío, y se requiere una visión a largo plazo para generar impactos duraderos.
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